domingo, 22 de diciembre de 2013

Búnker Zombie en Cànoves

Hoy os presento una noticia/proyecto que seguro que habéis escuchado hablar de ello. ¡UN BÚNKER ANTIZOMBIES!

Enlace al documental "El último refugio". (Está en catalán subtitulado al castellano).




Enlace al cortometraje "Búnquer Z". (Está en catalán subtitulado al inglés).



¡¡Espero que os guste!!

lunes, 16 de diciembre de 2013

Cómic: 28 días después

A parte de 28 días después: The Aftermath y de las propias películas, también existe este maravillo cómic que tuve la suerte de descubrir hace relativamente poco tiempo.


Sinopsis: El comic de 28 Days Later es una serie continua, que conecta la película 28 Days Later con su secuela 28 Weeks Later. Centrándose en Selena, una de los tres sobrevivientes de la primera película, mientras se embarca en un viaje épico para su regreso a Gran Bretaña. Uniéndose a un equipo de periodistas de guerra estadounidenses decididos a aventurarse al corazón del territorio infectado, deben aprender la fría y dura verdad de lo que se necesita para sobrevivir en el Reino Unido después de que la infección se ha diseminado. 

Lo podréis descargar aquí por paquetes:

 01 - 10: 

 https://mega.co.nz/#!n4QGjQBb!YzWMWkPPVjGM5DHlbbOOhwxzuS8ax6pco5MBjUdi9F0 

11 - 20: 


¡¡Espero que os guste!!

martes, 10 de diciembre de 2013

Recién Muertos 2: Sangre Impura

Después de Recién Muertos llega Sangre Impura. La segunda parte de la saga de antologías de relatos, editadas de forma independiente y financiada por sus autores. Desde CZ ya se le dedicó una entrada a la primera antología que por cierto ha ganado dos premios literarios.

Enlace a la entrada de CZ.

Esta nueva entrega combina relatos de Zombis junto con relatos de licántropos. Se lanzará vía crowdfunding, para cual se ha creado la siguiente dirección: http://www.verkami.com/projects/6960-recien-muertos-sangre-impura.


Sinopsis: Muchos piensan que el Apocalipsis zombi será nuestro principal problema el día de mañana, que el mundo estará dividido entre supervivientes en busca de recursos y muertos en vida siguiendo su rastro. Se olvidan de los cazadores ancestrales, los monstruos que se han alimentado de nosotros desde el principio de los tiempos y que sin duda lo harán en el futuro.

Licántropos, lupinos, lobisomes, hombres lobo, son algunos de los nombres por los que son conocidas estas crueles criaturas, para muchos malditas, obligadas a matar cada luna llena, a devorar la carne de inocentes para saciar sus salvajes instintos y calmar el fuego que corre por sus venas, ese líquido viscoso que les hace ser mitad hombre mitad bestia, su Sangre Impura.

De los creadores del exitoso Recién Muertos, ganadora de los premios literarios EATER 2012 y Asturias FanTerror, llega una nueva antología de relatos en la que se mezclan acción, fantasía, suspense y sobre todo terror. En Sangre Impura encontrarás diez apasionantes historias donde, además de humanos y zombis, unos nuevos invitados toman protagonismo.

Los lobos ya estan aquí...

lunes, 28 de octubre de 2013

Save The Zombies

Hoy os traigo una página web un tanto peculiar:

http://www.savezombies.com

Se trata de la web de una ONG se dedica a la lucha por los derechos de los zombies de todo el planeta

"¿Te gustaría ver como tu abuela zombie es masacrada por un estúpido vecino engulle pelis de muertos vivientes? Nuestros muertos son nuestros, y nosotros decidimos que hacer con ellos."

Desde esta ONG se defiende y se apoya la inserción de este nuevo colectivo a nivel mundial, de una manera cómoda y natural.



Humor zombie..

¡¡Espero que os guste!!

lunes, 21 de octubre de 2013

The Walking Dead: The Oath

Antes del comienzo de la cuarta temporada, una serie de tres webidodios llamados The Oath se estrenaron el 1 de Octubre de 2013 en el sitio web oficial de AMC. La serie web está nuevamente dirigida por el artista de maquillaje de efectos especiales y el co-productor ejecutivo Greg Nicotero.

Sinopsis: Karina y Paul son los últimos supervivientes de un campamento en medio del Apocalipsis Zombie en el universo TWD. Paul está herido y buscan un centro médico. Y como siempre, se dan cuenta de que hay que temer más a los vivos que a los muertos.

http://www.youtube.com/watch?v=CBiC3Wh0pH4

¡¡Espero que os guste!!

martes, 20 de agosto de 2013

Vida, Muerte y Renacer

Vida, Muerte y Renacer en el fin de los Tiempos
Cuando la rotación de la tierra se hizo tan lenta que la humanidad se fundió en una noche eterna, miles de búnkeres fueron diseñados para proteger al mundo de la muerte que la oscuridad trajo al planeta.
Tres familias enfrentarán la muerte, en un viaje por los recuerdos, el tiempo y las emociones, cuando la vida ya ha llegado a su fin.
Vida, muerte y renacer es el nuevo drama post apocalíptico que se está germinando desde Colombia a manos de la productora Afasia Films, conocida por el largometraje experimental colombiano Live Life Dearest de Juan Diego Escobar; y la productora Nuestro Mar Producciones, liderada por los actores y realizadores Andrés Sandoval y Majida Issa.

Se trata de una producción ambiciosa pero de muy bajo presupuesto, el largometraje se financiará a partir de la voluntad colectiva del conocido sistema del Crowdfunding, donde a cambio de donaciones que irán desde los 5 dólares, los donantes podrán obtener distintas recompensas que van desde menciones especiales, souveniers, acceso a funciones privadas y secretos de la producción, hasta créditos ejecutivos en la película. La intención es iniciar la campaña de recolecta en la reconocida plataforma Indiegogo, hacia inicios de agosto. Así, "Vida, Muerte y Renacer" entraría a la lista de los pocos proyectos colombianos que se embarcan en el crowdfunding, un sistema usualmente ajeno a las producciones hispano hablantes, pero lleno de sorpresas y oportunidades.
El largometraje será protagonizado por el reconocido y experimentado Andrés Sandoval y la talentosa actriz colombiana Marisol Correa Vega. Este corre bajo la dirección del joven director Luis Vanegas, quien con "Vida, Muerte y Renacer" debuta en el cine con una ópera prima arriesgada y ambiciosa.

Este proyecto ya cuenta con una primera secuencia rodada; para esta se construyó todo un búnker de metal oxidado en estudio y se ejecutó un falso plano secuencia formado por un paneo constante, logrando así generar una narrativa fresca que atrapa al espectador de principio a fin en el llamado "tiempo real". Un enorme reto tanto como para los actores como para el equipo de producción, que con los pocos recursos obtenidos se las arregló para sacar adelante esta primera parte.

http://www.youtube.com/watch?v=ViU0uJnmOsw&feature=youtu.be
De esta secuencia se extrajo material para la creación de un teaser trailer de un minuto que da un abre bocas sobre la narrativa y el tratamiento para esta primera parte, y tiene como propósito recaudar seguidores y hacerse un nombre en la red. Material inédito está pensado para ser lanzado el día de la campaña en Indiegogo en el marco del video de campaña.

La película está pensada para estrenarse a mediados del 2015, pero desde ya pueden visitar la página web http://vidamuerteyrenacer.com y las redes sociales que buscan crecer cada día más en @VMRFilm (Twitter) y https://www.facebook.com/VidaMuerteYRenacer.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Película: Underground (2010-11)


Sinopsis: Un grupo de jóvenes tendrá que huir de unas criaturas que viven en unas instalaciones secretas militares. En el laboratorio subterráneo podrán correr, esconderse... pero nadie oirá sus gritos.

Tráiler:

                                         


¡¡Espero que os guste!!

domingo, 4 de agosto de 2013

Película: Germ (2013)



Sinopsis: El intento de los militares de derribar un satélite en órbita, desata una epidemia transmitida desde el espacio a un pequeño pueblo remoto. El sheriff Max y su reacia novia Brooke, deberán protegerse de sus seres queridos, soldados, bomberos y resto de viandantes del lugar. Todos infectados por un mal desconocido que los transforma en seres ávidos de carne humana... Porque cuando el canibalismo es contagioso, ¿Solo los mas fuertes sobreviven?

Tráiler:


!!Espero que os guste!!

viernes, 26 de julio de 2013

Rob Zombie (Persona real)

Rob Zombie nacido Robert Bartleh Cummings (12 de enero de 1965) es un músico de groove metal y metal industrial, director de cine y escritor estadounidense. Su estilo vocal y su fascinación con las películas clase B lo han ayudado a convertirse en un elemento distintivo en la música por componer canciones con cierta "tenebrosidad" característica de él. Rob Zombie es más conocido como el fundador, vocalista principal, escritor y caricaturista de la banda White Zombie. En años recientes se ha establecido como solista y director. Su carrera de director comenzó con las cintas de terror, House of 1000 Corpses, y su secuela The Devil's Rejects, lanzada el 22 de julio de 2005.

Me a parecido curioso que un hombre se cambie el apellido por Zombie. Es real, no es un mote, en su DNI pone "Rob Zombie".

¡¡Espero que os guste!!

viernes, 19 de julio de 2013

Relato: "Comerse el mundo" + Blog de Gorewoman

COMERSE EL MUNDO

Desperté en una superficie dura, en un entorno silencioso y frío, bajo una tela blanca de aspecto rugoso. La aparté con la mano sin esfuerzo. No sabía dónde estaba, no reconocía el lugar ni recodaba cómo había llegado allí. Luché por enderezarme pero me dolía todo, sobre todo la espalda en todo su recorrido vertical. Y la cabeza parecía que iba a explotarme, como si me la hubieran rellenado con un peso extra. Notaba destellos al intentar enfocar, estrellitas alrededor del contorno de los ojos, mirara donde mirara. Levanté al fin la cabeza con gran trabajo, un esfuerzo descomunal. ¿Había tenido un accidente? ¿Me habría jodido la espalda? Al alzar la cabeza, tras un desagradable chasquido en la base del cuello, pude ver mejor donde me encontraba. Era una sala clara y despejada salvo por varias camas a mi alrededor con bultos tapados con sendas sábanas del mismo aspecto que la que acababa de alejar de mí. No me era difícil deducir lo que había debajo de cada una de ellas. ¿Dónde cojones estaba? Me sentía molesto, asustado y sobre todo dolorido. Me propuse, pues tenía que proponérmelo con toda mi voluntad, agarrarme a los lados de la cama para enderezarme, me sentía incapaz de mover un solo músculo, estaba rígido como una tabla de planchar y no sólo mi espalda, no había parte de mi cuerpo que sintiera capaz de activar con una movilidad natural, ni una sola. Pero por más impulso que le apliqué, menos resultado aplicable conseguí a cambio. Me sentía frustrado. Había pasado de sentir una extraña mezcla de insensibilidad dolorosísima acompañada de una presión generalizada como si un mamut se me hubiera sentado encima sin llegar a aplastarme, a una suerte de oleadas de pinchazos a todo mi largo, de una punta a otra a modo de circuitos eléctricos, calambrazos como cuando se te van despertando los músculos después de quedársete adormilados pero con un empuje colosal. Era muy molesto rozando lo insoportable.
Moví los ojos hasta donde me permitía mi postura estática y vi un interruptor sobre mi cabeza, bajo una pequeña balda alargada que había en el cabecero de mi cama. Suspiré y eso aumentó mi suplicio, el pecho me ardía y el estómago se removía por el incesante movimiento de unos gases torturadores que actuaban semejando serpientes rabiosas.
Tenía que tocar aquel interruptor pero la sola idea de alcanzarlo me parecía utópica, imposible, de chiste. Menos mal que al menos la luz permanecía encendida porque no veía ventanas ni posibles accesos a luz natural. Y qué calor, sudaba  y ese sudor me producía picores, pero claro, rascarse… en fín. Cerré los ojos y me concentré en mi mano derecha, la más cercana al botón. Luché y empujé pero apenas la levanté lo que serían unos diez centímetros para tener que volver a dejarla caer, agotado. Impensable dominar todo el brazo y pulsar, así que sólo me quedaba otra opción que no era la que yo hubiera querido, gritar como un poseso hasta que acudiera toda la ciudad a socorrerme, y sudaba aún más con sólo pensarla.
Contuve el aliento, conté hasta tres y giré el cuerpo con un rugido sordo hasta caer al suelo, para colmo bocabajo. Aullé de dolor y sólo conseguí arañarme la garganta. Me ardía la cara del golpe y el pecho, además de una rodilla que se me había quedado mal doblada, mala suerte la mía. A ver cómo me daba la vuelta ahora. Notaban los pinchazos musculares más insidiosos.
Oí un ruido a mi espalda, muy cerca. Un ruido ronco, un crack concentrado en un único sonido que reverberó en toda la sala. Intenté hablar, una sílaba, algo que advirtiera sobre mi presencia, sobre mi “consciencia”. De mi boca salió un rugido cavernoso proveniente del fondo de mi garganta sin atisbo de significado. Realicé varios intentos, más gruñidos como de oso ronco, con un toque nasal. Era un quejido ahogado más que un débil intento de comunicación. Quizás por eso estaba allí, estaba enfermo. Y otro crujido. Me volví lo más rápido que pude. Sólo había camas con cuerpos tapados. No, espera, uno de los cuerpos se había enderezado y miraba a la nada sin moverse como si no estuviera consciente. Parecía que jadeaba, pero más que jadear se diría que intentaba lo mismo que yo, hablar sin éxito. Y otro cuerpo empezó a agitarse en la camilla de al lado. Algo raro estaba ocurriendo, muy raro. Aquello no era normal. Conseguí levantarme no sé bien cómo. Me crujía todo el cuerpo y las articulaciones las sentía adormecidas y como oxidadas, herrumbrosas. Cada vez que daba un paso me sentía como un robot. No, mejor aún. Como el monstruo de Frankenstein o constreñida como la momia dentro de las vendas compresivas que limitaba sus movimientos y los hacía ortopédicos y dificultosos.
Me acerqué al tipo que se había sentado e intentaba algo más pero, o no coordinaba bien o no sabía ni lo que quería, se veía atropellado e indeciso, y quizás también se sintiera tan confuso como me sentía yo en aquellos momentos. Hacía aspavientos torpes e inconexos, ni que espantara moscas invisibles. Intenté tranquilizarlo, mi movilidad mejoraba por momentos, pero me espanté al observarlo bien y me lo pensé mejor. No podía estar vivo con esas heridas en el pecho. Tenía un amplio corte en forma de Y desde los hombros hasta el estómago y se veía recosido con hiladas gruesas y atropelladas. Dios mío, eso lo había visto en la tele. Era una autopsia. Tenía la piel blanca con hinchadas varices verdosas, y el pelo se lo habían rapado al cero. Era grotesco en su conjunto, y más aún por sus intentos frustrados de coordinar sus movimientos. Y hablando de movimientos, miré alrededor y todos los cuerpos de las camillas que estaban en la sala se convulsionaban y retorcían con idénticas maneras orgánicas, artificiosas. Entonces yo… Bajé la cabeza y me miré el torso. No tenía la cicatriz en forma de Y pero tenía un feo corte que iba desde la axila derecha hasta donde quedaba el ombligo. Vamos, cruzaba de lado a lado. Ahora empezaba a recordar pero la tensión en las sienes me perturbaba, creaba una bruma en mi memoria. Recordaba la oficina, el reloj marcando las horas con su cadencia martilleante segundos antes de la hora de salida. Y… ahora recordaba aunque con lagunas. Recordaba el accidente de coche. Me toqué el pecho, acaricié mi piel a todo lo largo de la profunda herida grapeada, sostenida con pequeños ganchos de metal que impedían que mis órganos acabaran desparramados por el enlosado gris. Eso era. Eso era lo que había ocurrido. Me marché a casa puntual, con prisas, con intención de darme una buena ducha y salir a tomar algo con Ángela. Pero no lo tengo claro, no recuerdo el choque, sólo me vi venir aquel coche de frente. Sin embargo, la herida tenía que ser del volante, coincidía en tamaño y localización. Y aún así, si realmente eso era lo ocurrido y a estas otras personas les habían ocurrido cosas similares, no entendía qué hacía allí, qué hacíamos levantándonos y caminando como si estuviésemos vivos. Porque, una cosa estaba clara, no estábamos vivos, o al menos no como antes.
Este dolor de cabeza anulaba mis pensamientos, no me dejaba aclararme. Y las encías me palpitaban enloquecidas, como peces saltarines luchando por respirar dentro de la bolsa del pescador, sin espacio para nadar con fluidez.
Noté el cuerpo tembloroso y tenía espasmos, calambres en el pecho. Por eso me tambaleaba al andar. Los bebés debían sentir las piernas igual cuando estaban aprendiendo a andar. Todo parecía desproporcionado, las distancias oscilaban y acercarse a algo se me antojaba dudoso. Inseguro era la palabra.
Así que estoy muerto. En realidad la idea resultaba hasta cómica, tentadora. ¿Por qué no? Lo malo eran las molestias, las punzadas y los escalofríos. Pero seguro que nacer era infinitamente peor. Y esto me habría un abanico de nuevas experiencias que pensaba disfrutar hasta el último momento. Debía ser verdad que el alma se elevaba y se desvinculaba del cuerpo, porque no sentía preocupación, arrepentimiento o pena, ni por mí ni por ninguno de mis acompañantes. Al contrario, sonreía divertido y sólo pensaba en experimentar, estaba embriagado con mi nueva forma de moverme, con esta nueva oportunidad, me llevase a donde me llevase y durase cuanto pudiera. Pues “carpe diem” se ha dicho.
La sensación era curiosa y me vino a la cabeza la idea de que me sentía como si me pudriera por dentro y a cada segundo estuviera descomponiéndome, y a la vez mi cuerpo vibraba como si acabara de nacer y tuviera un cuerpo nuevo con el que experimentar y vivir. Vivir, curioso vocablo para utilizar en estos momentos.  Las perspectivas habían cambiado, las distancias se hacían imprecisas pero el conjunto era el correcto, como si antes todo estuviera en el ángulo equivocado y ahora todo estuviera en su lugar. El ojo humano tiende a enfocar una parte del entorno y centrarse en una porción, y así si vemos a lo lejos perdemos la nitidez en las distancias cortas y viceversa. Pues se podría decir que yo veía todo con la misma intensidad estuviera donde estuviera, el enfoque era absoluto, perfecto. No veía mejor manera de explicármelo. Ahora lo abarcaba todo, y ahora entendía que la vida limitaba el pensamiento y el desarrollo. ¿Hasta dónde podría llegar en mi actual estado? Los olores rozaban el interior de la piel de mi nariz como si fueran tangibles, caricias que me hacían cosquillas. Todo era más vívido y traumático a la vez. Me ardían hasta las uñas, palpitan y las notaba crecer, esa era la sensación. Y las raíces de los cabellos pugnaban vibrantes por salir, milímetro a milímetro, micra a micra.
Las encías seguían palpitando, me dolía cada diente. Al tocarme, me miré las manos y tenía sangre. Es más, saboreaba la sangre. Estaba sabrosa, algo ácida. Sabía deliciosa. No sólo deliciosa, exquisita. Era lo más rico que había ingerido en toda mi vida. Otra vez esa palabra.
Me paré ya a poca distancia de la puerta de salida de la habitación. Había un cartel que rezaba: Depósito de cadáveres. Por si me quedaba alguna duda. Me miré la mano derecha, observando la vena de la muñeca, todavía sentía una débil energía en circulación. Debía probarla. No era que me apeteciera beber, todo mi universo se centra en ese riachuelo azul ya casi cuajado. Y mordí. Sorbí poco a poco. Embriagaba pero no me satisfacía, no tenía fuerza suficiente, era como vino aguado. Me relajaba, era energía pura pero diluida, adulterada por la muerte. Y para colmo despertó en mí una extraña sed insoportable. ¿Ahora era un vampiro? No, era algo más. Mi cuerpo se moría, ya estaba muerto pero para seguir activo me pedía esencia vital, vida. Para vivir necesitaba extraer vida, sangre fresca. Quería más. Pero no la de aquellos muertos inútiles y acartonados ni la mía que era igual de inútil y acartonada, sino sangre de verdad. Un poca que había bebida de mí mismo y me había aclarado un poco las ideas y rebajado la náuseas. Al parecer había algo de sangre aún latente y con dificultades para circular que quedaba en mis extremidades, y al tragarla, había ido directa a mi sistema circulatorio y había reactivado mi cerebro. Veía más nítido y aún sentía el entorno más activo.
Necesitaba más, más sangre. La boca se me hacía agua sólo de pensar en ella, me excitaba. Me recorrió un calambre por la columna y me entró la risa floja, una risa asmática, enfermiza. Me tiraba la piel del rostro, debía de tener un aspecto espantoso. Eran más bien un conjunto de silbidos burbujeantes. Ahora lo entendía todo. Y diría que no era el único. Veía en mis nuevos compañeros de fatigas la misma sed, en sus ojos acuosos abiertos como platos y atentos a cualquier reflejo, en sus andares zigzagueantes pero decididos, imparables. Iríamos hasta el infierno por una gota de ese fluido vital.
Salí el primero de la sala. Sólo necesité empujar torpemente las puertas abatibles y accedí a un pasillo que se perdía hacia los lados, monótono y de luz fluorescente. Iba cogiendo el ritmo, desentumeciéndome. Seguí caminando con lentitud pero pudiendo afianzar con más firmeza los pies al suelo y flaqueaba menos. Beber de mi mismo líquido sanguíneo me había ayudado con la jaqueca, como un elixir contra la resaca, pero sólo un poco. Y ya no veía actividad en mis venas. Me chupé lo poco vivo que quedaba en mí.
Caminaba arrastrando un poco los pies. Cojeaba al principio inclinándome a la derecha, tanto me daba un lado que otro. Todo el trayecto era recto salvo por un par de puertas que comprobé y estaban bajo llave. Miré hacia atrás sin aminorar y vi que me seguían. Era posible que aquellos no tuvieran ni un ápice de iniciativa o me seguían con desidia y por simple inercia. Se veían más apocados y torpes que yo, con andares artificiales. Debía ser que lo que bebí me había aventajado y ahora me sentía como el líder de la manada.
El corredor giraba algo más adelante y se bifurcó en un par de ocasiones. Caminábamos a la aventura sin rumbo prefijado, no conocía el plano del lugar. Y accedimos a unas escaleras con un elevador que indicaba que sólo debía ser utilizado por personal autorizado. No creía probable que nadie nos fuera a autorizar, al menos nadie en su sano juicio, estaba chistoso y todo aquello me divertía.
Me disponía a llamar al ascensor pero antes de pulsar el botón, un “clin” nos anunció la inminente llegada y apertura de las puertas. Y al abrirse nos encontramos delante de un tipo bajito, de poco más de metro y medio, canoso y con entradas, rondaría los cuarenta y cinco o cincuenta años. Venía silbando una melodía, con una camilla vacía al lado y se le acababa de cortar el ritmo al toparse frente a frente conmigo y mis nuevos amigotes. Debíamos ser un espectáculo digno de admirar, de los que quitaban el hipo. O más bien lo provocábamos. O incluso pudiera ser que le quitáramos el hipo, el aire y… hasta las vísceras.
Era como un faro en la oscuridad. Toda la piel visible de su cuerpo relucía ante nuestra hambre como fuego en la noche. Era hermoso. Hermoso… y suculento. No podía pensar, ronroneaba de satisfacción con la saliva amontonada en la garganta y se me escapaban ruiditos extraños.
El tipo abrió los ojos, gesticuló y balbuceó incoherencias, trastornado. Pero yo no atendía a nada más que a su bombeo corporal, que me gritaba de tal manera que ahogaba sus llantos y súplicas. Toda su circulación sanguínea se me aparecía como una radiografía, me quemaba los ojos, eran fuegos artificiales de una belleza sin par. Saturaba todos mis sentidos. Y, mientras el tipo intentaba estrujarse contra la pared trasera del ascensor, contra la esquina más alejada e interponer la camilla entre nosotros, me abalancé sobre él como ave de rapiña, camilla incluida, y le corto profundamente en el estómago al oprimirlo entre la camilla y la pared. Forcejeaba, vaya que sí. Y lo alcancé escalando sobre la camilla. Si me hacía daño no lo sentía, no advertía nada ajeno a mi objetivo. Le clavé las uñas en los hombros para afianzarlo. Estaba paralizado de terror, temblaba descontrolado. Sollozaba. Con el esfuerzo, para colmo, se le resaltó una vena en la frente. Se iluminó para mí. Noté peso detrás, todos empujaban para alcanzarlo pero era mío. Hinqué los dientes en la cabeza y le arranqué, entre alaridos de dolor del tipo, un buen pedazo de carne que sabía a gloria, y la sangre empezó a borbotear, a salir a chorro como un grifo. La bebí, la saboreé, me empapé con su olor. Estaba borracho, eufórico. De inmediato sentí una oleada de poder. Lo noté fluir por cada arteria, por cada vaso conductor, por todo mi cuerpo. No podía parar. Y no sólo por la sangre, la carne me caía hacia el estómago y jamás me había sentido igual. Poco a poco me iba saciando, le había comido parte de la masa cerebral, y era lo más rico, el interior, el relleno del pastel. Ya no se convulsionaba, y yo estaba saturado y satisfecho por el momento. Me retiré a la esquina opuesta, embotado. Pulsé sin querer con el codo y el ascensor comenzó a desplazarse. Subía pero no sabía a donde íbamos. Seguía como hipnotizado y vigorizado a la vez. Adios a las migrañas, al entumecimiento, a los espasmos. Me siento Dios. Los demás se estaban ensañando con el cuerpo, mejor así, había que aprovechar la comida. Lo habían despedazado. A un lado me vi a un tipo orondo, grasiento, devorando un brazo con avidez, conforme con su parte del festín. Los demás andaban pringándose entre vísceras y sesos. Todo estaba salpicado. Todo olía y lucía de maravilla, como con bombillas de neón.
El ascensor se paró con un leve saltito, sonando otro chasquido, y llegamos al piso cuarto, rezaba iluminado en rojo el pulsador corresspondiente.
Éramos cinco en total, cinco nuevas formas de existencia. Cinco individuos con mucha, mucha hambre, tanta hambre que podría asegurar que seríamos capaces de comernos el mundo.

Gorewoman

Este relato lo envía la administradora del blog http://goreva-historiasenmimente.blogspot.com.es/ un blog dedicado a las aficiones de la autora que son los comics, los videojuegos y sobre todo el gore. Y a veces se publican relatos zombies como el de esta entrada.

¡¡Espero que os guste!!

miércoles, 17 de julio de 2013

The Last of Us

Los creadores de sagas como Jak & Daxter y Uncharted han presentado "The Last of Us", una esperadísima prducción que nos traslada a una Norteamérica posapocalíptica en la que no faltan ciudades destruidas y peligrosos mutantes. 


En ese entorno, Joel, un hombre duro que añora tiempos mejores, y Ellie, una no tan frágil michacha que nació en medio del caos y para la que toda su vida ha sido una huida, tendrán que ayudarse mutuamente si quieren sobrevivir.


Los desarrolladores han conseguido un título brillante, que combina pinceladas de survival horror con grandes personajes, mejores momentos y todo el espectáculo que requiere un juego de muy alta calidad técnica y argumental. Y es que "The Last of Us" pondrá a prueba nuestros nervios y nuestra pericia.

¡¡Espero que os guste!!

lunes, 15 de julio de 2013

Resumen 3ª temporada de TWD + 4ª Temporada

Hoy, hace exactamente 3 meses que no se publica nada en el blog y no debe ser así. En primer lugar pedir perdón por este periodo de inactividad y en segundo lugar agradeceros a todos y a todas los que habéis visitado el blog porqué a excepción de esta entrada (evidentemente) ¡todas las demás entradas superan las 300 visitas! Al final será bueno dar un descanso al blog...

Dicho esto añadir que más vale hacer las cosas tarde que nunca y voy a hacer un "miniresumen" de la tercera temporada de The Walking Dead por capítulos y explicaros unas pocas noticias de la cuarta temporada.

Del capítulo 3x01 al 3x05 están resumidos aquí:
   Capítulos 3x01 y 3x02
   Capítulos 3x03, 3x04 y 3x05

Capítulo 6: Andrea se acerca cada vez más al Gobernador. Michonne, por su parte, toma una importante decisión acerca de Woodbury. Glenn y Maggie salen de la cárcel a por provisiones. 
Rick continúa en su particular lucha.



Capítulo 7: El Gobernador presiona para conseguir más información. Mientras, los habitantes de la prisión dan su bienvenida a la recién llegada.



Capítulo 8: Andrea refuerza su posición en Woodbury al tiempo que sus habitantes se intentan desenvolver en territorio desconocido. Un nueva amenaza llega a la prisión.


Capítulo 9: Rick trata de rescatar a uno de los miembros de su grupo. Mientras, en la cárcel se preparan para recibir a nuevos invitados.


Capítulo 10: El grupo planea su próxima acción. Daryl y Merle reflexionan sobre la decisión tomada, mientras que el Gobernador restablece su poder en Woodbury.


Capítulo 11: Tras ver su seguridad en peligro, Rick y el grupo tiene que tomar una decisión para mantenerse a salvo.


Capítulo 12:  Rick, Michonne y Carl salen de la prisión en busca de provisiones. 


Capítulo 13: En un esfuerzo para evitar más muertes, Rick y El Gobernador se reúnen para llegar a un tratado de paz.


Capítulo 14: El Gobernador persigue a un disidente que huye de Woodbury. Mientras, un traidor intenta sabotear sus planes futuros.


Capítulo 15: Rick y el grupo se enfrentan a un grave problema. Si quieren una tregua con El Gobernador, van a tener que hacer un sacrificio enorme.


Capítulo 16: Rick y el grupo tiene que considerar seriamente si la prisión debe ser defendida ante un ataque inminente del Gobernador que se cierne sobre sus cabezas.


CUARTA TEMPORADA DE TWD:
La temporada se estrenará en octubre de 2013 y consiste en 16 episodios. David Morrissey está configurado para repetir su papel como el gobernador, a pesar de un contrato inicial de un año.Melissa McBride (Carol Peletier), Scott Wilson (Hershel Green), Chad Coleman (Tyreese), Sonequa Martin-Green (Sasha) y Emily Kinney (Beth Greene) volverán como regulares de la serie en la temporada 4, y Melissa Ponzio volverá como el ex residente de Woodbury, Karen en un papel recurrente. Larry Gilliard Jr. se unirá al elenco en un papel regular como Bob Stookey, un ex médico del Ejército, hasta ahora Larry es el único confirmado que participara en la nueva temporada de la serie.

¡Espero que os guste!!

domingo, 14 de abril de 2013

Relato "La voz de los muertos" de Daniel González


LA VOZ DE LOS MUERTOS


Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del

polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.

Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra

por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no

encubrirá ya más a sus muertos.

Isaías 26:19-21


Había finalizado mi morbosa labor. El cuerpo exánime de mi víctima se encontraba tendido lánguidamente sobre el aséptico suelo de mi sala de estar. Era allí donde usualmente consumaba mis sórdidos crímenes y donde daba rienda suelta a esa pesarosa maldición que me asola. Esa pulsión irrefrenable que mora en los recónditos laberintos de mi retorcida mente, forzándome a perpetrar atrocidades espeluznantes. Observé a la joven muchacha, no mayor de veinte años, cuya vida fue truncada por mis propias manos. Era de piel blanca y cabello negro, de contextura delgada y muy hermosa. La secuestré cuando ella salía de sus clases en la universidad y a punta de pistola la introduje en mi camioneta donde le até las manos y le amordacé la boca. Aún ahora, que era un cadáver sin vida, preservaba ese cierto rasgo de inocencia pulcra que me llamó la atención. El hecho de haberla tirado sobre el suelo de mi casa y haberla violado con saña feroz no cambió ese semblante en ella que fue su perdición pues era, precisamente ese aspecto angelical, lo que me motivaba. Tras consumar mis bajas pasiones sexuales la estrangulé. En realidad mi motivación al asesinar a mis víctimas nunca respondió al miedo a ser identificado, sino más bien al odio desenfrenado que sentía en mi interior. Ese odio, a mí mismo, que experimentaba por ser un pervertido sexual incapaz de contenerme y controlar mis impulsos lascivos. Y ese odio me hacía odiarlas a ellas; receptáculos de mi enfermedad y tentadoras visiones celestiales de belleza incalculable. No soporté por mucho la visión horripilante de mi víctima con su ropa rasgada — aquella blusa blanca y los pantalones jeans azules que desgarré para violarla— y con su boca amordazada, sus ojos con mirada perdida que proyectaban horror y sufrimiento, y sus manos aún atadas por las muñecas que habían quedado tendidas sobre su cabeza. Sentí como si su mirada juiciosa me condenara desde el inframundo y cubrí mi rostro lloroso. Empecé a vomitar dándole la espalda al cuerpo y lloriqueé enfadado conmigo mismo por ser un monstruo. ¡Todo había sido culpa de mamá! Aún recuerdo las cosas horribles que me hacía cuando niño. ¡Cuánto la odiaba! ¡Maldita seas!

Mientras sollozaba de cuclillas a un costado del cadáver, este comenzó a convulsionarse. El ruido repugnante que produjo, como un gorjeo asqueroso, me llamó la atención. Observé pasmado como su cuerpo recién violado y asesinado empezó a verse poseso por extraños espasmos epilépticos, sus ojos se cerraron y se reabrieron mórbidamente, su boca comenzó a moverse entorpecida por la mordaza, y aunque tenía las manos atadas, sus dedos y brazos de movieron limitados por la ligadura. Torpe y temblorosamente, con el cuello doblado hacia un lado, la mujer se incorporó levantándose del suelo ante mis atónitos ojos sin poder creer lo que veía, como si estuviera soñando. Fue hasta que profirió un gemido sepulcral que reaccioné, consciente de aquel infernal suceso.

Tarde reaccioné pues la mujer se me había abalanzado ya y en cuestión de segundos me

encontré forcejeando con ella en el suelo de mi casa. Pensé que algo había salido mal

y no la había estrangulado bien aunque el cuello estaba despedazado y amoratado. ¡No

podía ser! ¡Tenía que estar muerta!

Sentí como hundía enfurecida las uñas de sus manos en mi cuello y en mis mejillas

rasgándome la piel y haciéndome chillar de dolor.

Por fortuna, las manos atadas por gruesa cuerda fueron una ventaja, y le propiné varios

golpes al rostro que la hicieron separarse de mí. Una vez que me desembaracé de mi

mórbida agresora, me acerqué a donde guardo mi pistola y la preparé para disparar.

No temía a los vecinos pues no había, la casa de mi madre donde aún vivía era una

casona enorme y aislada en la montaña, donde la residencia más cercana estaba a

varios kilómetros. Era en esta misma vivienda donde durante mi infeliz niñez mi madre

gustaba de torturarme día tras día y cometer todo tipo de monstruosos abusos contra mí

persona, gracias el aislamiento cómplice que proporcionaba el entorno.

Las balas que le enterré a la muchacha en el dorso y el abdomen no parecieron

ultimarla. Salvo por recular debido al impacto y por revolverse trémula, no aparentó

sentir dolor a pesar de tener las costillas astilladas por las balas. Además, no pareció

brotar sangre de las heridas como si estuviera coagulada.

La chica… mi víctima… seguía aproximándose a mí incólume, en un caminar

repulsivo y cadavérico. Entonces decidí dispararle a la cabeza pero quizás por mi

nerviosismo mi pulso falló y con él la puntería. Las dos últimas balas del cargador

atravesaron su cuello destruyéndolo y haciendo que colapsara sobre el suelo.

Y pensé; ¿Qué estaba pasando aquí? ¡Maldita sea! ¿¡Que putas estaba pasando aquí!?

Debo estarme volviendo loco… ¡Sí! ¡Eso es! Naturalmente… después de todo soy un

demente. Un psicópata. Sí, debo estar viendo visiones…

Justo entonces la observé removerse de nuevo, para mi terror. Estaba comenzando

a reanimarse una vez más movilizando su maltrecho cuerpo que tenía la cabeza

totalmente volteada y caída sobre la espalda mientras el cuello estaba hecho trizas.

Aterrado me alejé de la sala —ya no tenía balas en la pistola— y me encerré en la

cocina. ¿Qué podía hacer? No podía llamar a nadie que me ayudara porque sería como

entregarme a mí mismo… ¿Cómo iba a explicar que había una chica muerta en mi casa?

Mientras cavilaba con estos turbios pensamientos escuché un ruido que me llenó de

pavor (más, si cabía) el sonido de movimiento dentro del congelador horizontal que

estaba en la cocina, cubierto bajo viejas cajas. ¡Por Dios! ¡No!

La puerta del congelador se abrió de golpe, las cajas repletas de chécheres se

desperdigaron por el suelo, y del gélido interior emergió un cadavérico y escarchado

brazo que saltó al suelo. Otro brazo tembloroso hizo su aparición pero este se

encontraba aún conectado a un dorso femenino. Desde el interior del refrigerador se

escuchaban los gemidos horrendos emitidos por una cabeza cercenada —que yo había

cortado— y se escuchaban las patadas de unas piernas conectadas a unas caderas

descuartizadas.

La mano se removió por el suelo movilizándose con sus dedos mientras el torso

hacía lo posible por salirse del electrodoméstico con su único brazo. La mujer en el

congelador había sido mi penúltima víctima, una empleada de una tienda de 24 horas

que capturé cuando salía de su trabajo a altas horas de la madrugada. De hecho había

conservado su uniforme de color rojo en alguna parte —siempre conservo algún

recuerdo de mis víctimas—. Como no había podido enterrarla por alguna razón que

ya no recuerdo… creo que un asunto de espacio… la descuarticé y escondí en el

congelador.

¡Y ahora estaba resucitando! ¡Clamaba venganza!

Agarré un palo de escoba y comencé a propinarle una paliza al dorso hasta introducirlo

de nuevo en el congelador donde, en efecto, sus piernas y su cabeza se movían. Luego

cerré la puerta y le coloqué un pesado horno eléctrico —de esos antiguos que tuvieron

su auge previo a la invención de los microondas— y así la encerré para siempre.

¡Esperen! ¡Había olvidado su mano!

El antebrazo amputado saltó y me aferró del cuello procediendo a estrangularme. Caí

sobre el duro piso de la cocina y comencé a escuchar nuevos sonidos muy preocupantes.

¡En el sótano!

Había cinco mujeres enterradas en el sótano. Al menos una debería ser huesos en este

momento pero el resto podía preservar algo de estructura ¡y podía escuchar el sonido de

gemidos fantasmagóricos brotando del sótano! Algunas de las viejas cajas y muebles

que estaban sobre el piso de tierra de esa habitación empezaron a caer como movidos

accidentalmente por torpes cadáveres y pude escuchar como unas pisadas de ultratumba

subían las escaleras de madera.

¡No tenía mucho tiempo! Y ya el dolor y la asfixia que me provocaba la extremidad

cortada de una de mis víctimas empezaban a hacer mella en mi mente.

Haciendo uso de todas mis fuerzas separé el miembro que atenazaba mi garganta

desgarrando con ello mi piel pues los dedos se aferraron con todo y uñas a mi cuello,

pero una vez separada la mano la introduje en la licuadora y puse el aparato en

funcionamiento.

Traté de calmarme. Me dolían los arañazos en el cuello y rostro provocado por mis

dos últimas víctimas. Escuché los golpes que propinaban a la puerta del sótano desde

adentro. ¡Aquel siniestro sótano donde me encerraron por días durante mi amarga niñez!

¡Balas! ¡Necesitaba balas! Guardaba algunos cartuchos en mi habitación. ¡Debía subir

de inmediato! Cuando salí de la cocina observé aterrado al cuerpo de mi más reciente

víctima, la universitaria, arrastrándose por el piso a gatas y con la cabeza colgando

horriblemente y luego la puerta del sótano despedazándose y de ella surgiendo unos

espantajos horrendos en diversos grados de descomposición.

La pestilencia a podredumbre inundó la casa. Del sótano emergieron tres de mis

víctimas. ¡Las recordaba bien! Una bailarina stripper rubia que secuestré a la salida

de un club, aún vestía la provocativa ropa de encaje y los ligueros con los que hacía

su strip-tease pero tenía unas dos semanas de muerta como se evidenciaba por la piel

pálida, unas ojeras espantosas, con mejillas hundidas y aspecto esquelético. Otra era una

conserje joven de piel morena y cabello lacio largo que aún vestía su uniforme azul y

tenía mes y medio de muerta por lo que comenzaba a mostrar un tono de color verdoso.

Y la tercera —aunque había más enterradas en el sótano que, de haber revivido, quizás

no habían podido salir aún— era una de mis más viejas víctimas, y se trataba de una

pelirroja que trabajaba en una biblioteca y usaba anteojos que, naturalmente, perdió en

el forcejeo. Debía tener unos siete meses de muerta y ya asemejaba a una momia.

Todas se aproximaban hacia mí. Corrí frenéticamente por las escaleras rumbo a mi

habitación donde guardaba las balas. Abrí la puerta y me adentré a mi cuarto. Aquella

fatídica habitación donde el novio de mi mamá me hacía cosas en las noches con pleno

conocimiento y displicencia de ella. El televisor —que nunca se apagaba— producía

un resplandor enfermizo que rompían las lóbregas profundidades de mi habitación las

cuales se esfumaron cuando encendí la luz. Una noticia resonaba en el aparato y algún

locutor periodístico mencionaba una catástrofe global en donde los muertos resucitaban

y habían matado a cientos de personas ya. Recomendaban dirigirse a determinados

puestos de evacuación y daban una serie de indicaciones de seguridad.

Después de todo no fue que los espíritus atormentados de mis víctimas retornaron

a vengar sus muertes. Simplemente tuve la mala suerte de encontrarme en una casa

repleta de cuerpos el día que los muertos resucitaron.

Abrí el armario —el mismo donde mi madre me encerraba rodeado de ratas y

serpientes— y extraje de entre sus entrañas la caja que contenía las municiones mientras

los pasos y los quejidos horrendos de las mujeres que yo había violado y estrangulado

bajo ese techo se acercaban más y más. Cargué la pistola preparado para defenderme…

¡Y entonces recordé una realidad terrible! Me asomé por la ventana. De entre los

páramos boscosos, lúgubres y escabrosos, cubiertos por las tinieblas de la noche,

emergían todas mis víctimas, una veintena al menos, muchas de ellas enterradas en los

parajes desolados que rodeaban mi casa, algunas incluso en el mismo jardín y brotaban

de la tierra como visitantes del infierno. Pronto, un ejército de cadáveres resucitados de

mis víctimas sitiaba la casa aproximándose lentamente con paso retorcido.

Si eran simples muertos resucitados ¿por qué todas se dirigían hacia mí? ¿Será que en

el fondo resguardaban ese rencor implacable aún después de muertas? ¿Ese recuerdo

de los delitos perpetrados en sus cuerpos? Una interesante situación que podría denotar

mucho sobre la vida después de la muerte.

¡En fin! Cerré la puerta con llave y me senté a esperar en la mecedora que perteneció a

mi mamá. No tengo balas suficientes para matarlas a todas así que de todas maneras voy

a morir y, muy probablemente, de una forma horrible y dolorosa.

—¡Hijo! —llamó la voz de una mujer desde el piso de arriba.

—¿Qué mamá?

—¿Te das cuenta de que hay un montón de mujeres entrando a la casa?

—Sí, mamá, son los cadáveres resucitados de las mujeres que maté.

—¿¡No puedes hacer nada bien!?


Daniel González




¡Espero que os guste!